ESCILA Y CARIBDIS


Ulises, que era muy prudente, luego de atravesar las rocas erráticas, guardó silencio sobre los nuevos peligros que los acecharían: Escila y Caribdis.
Temía que si les contaba acerca de esos terribles monstruos, se aterrorizaran, dejaran sus remos y se arrojaran al mar. Así fue que mantuvo en secreto las advertencias de Circe.
Luego de atravesar las rocas erráticas, la nave debía pasar por un lugar muy angosto. A cada lado del mismo se levantaban dos rocas altísimas. A la izquierda se elevaba una de ellas, de color negro, brillante y resbaladiza como mármol pulido. Demás está decir que nadie podía treparla. Aún en los días más hermosos estaba cubierta por una nube negra.
En esta roca y dentro de una cueva oculta, vivía Escila. Un monstruo fantástico con doce patas y seis cabezas de cuyas bocas asomaban afilados colmillos. Ladraba día y noche sin parar como un perro rabioso. Devoraba a cuanto animal pudiera acercarse y cada vez que un navío atravesaba el lugar se hacía un banquete, ya que cada una de sus cabezas podía engullir un marinero.
Frente a la roca que servía de morada a Escila, se encontraba otra roca altísima a cuyo pié crecía un árbol frondoso. Entre sus raíces, había una cueva y allí vivía Caribdis, otro terrible monstruo. Caribdis absorbía el agua del mar tres veces por día, haciéndola penetrar en su cueva. Luego lo devolvía otra vez al mar, pero todo lo que penetraba en la cueva, Caribdis lo despedazaba.
Circe le había advertido: -Presta atención, Ulises. Escila no es mortal. Es inútil luchar contra ella. Lo único que puedes hacer es huir a todo remo, lo más rápido posible.
Pero Ulises, al oír los ladridos de Escila, se calzó la armadura y se ubicó en la proa de la nave, esperando que asomara sus cabezas, con la intención de enfrentarla. Escila no se asomó y con esa distracción pronto se vio sorprendido por el remolino de Caribdis, que había comenzado a tragar el agua del mar.
Los marineros, muertos de miedo, remaban con todas sus fuerzas para alejarse de Caribdis, y así, se acercaron sin percatarse a la roca de Escila.
Escila, lanzó sus seis cabezas y con un solo movimiento arrebató a seis marineros del puente. Los hombres gritaban y lloraban extendiendo sus brazos, suplicando ayuda sin que sus compañeros pudieran hacer cosa alguna para liberarlos de tan fatídica muerte.
Este triste espectáculo dejó a los marineros sumidos en la tristeza y la desolación, ya que tenían perfecta conciencia de que cualquiera de ellos podría haber sufrido esa desgracia.

2 comentarios:

  1. Pueden por favor, agregar más relatos que refieran al l "La Ilíada" o ""La Odisea"?...es de gran ayuda como nos los presentan!!!

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